sábado, 18 de diciembre de 2010

Vecinos I La dama de blanco


Los días nublados son buenos para las sagas. Por eso hoy que, de este lado del mapa, está así daré comienzo a la Saga de los Vecinos. Quizás se identifiquen con los "personajes" pero les aseguro que todos son reales.
¿Qué características tendría una mujer inglesa que vive sola en un edificio con 23 departamentos y tiene entre 70 y 80 años? A ver: jugar a la canasta / tener una mascota tranquila/ leer viejas "Reader's Digest"/ escuchar la tele o la radio a potente volumen...
Sí pero no.
La dama en cuestión se llamaba Jenny y le gustaba salir a regar la palmerita del pasillo en camisón transparente. A veces, llevaba una bata de flores siempre abierta y unas pantuflas blancas-blancas.
Vivía en el segundo y cuando uno bajaba la escalera (no había ascensor y esto era una actividad recurrente) la mirilla de su puerta se abría y se cerraba en una fracción de segundos.
No fallaba. Si uno era el barco, la mirilla era el faro.
Vivía con la puerta de su depto semi abierta SIEMPRE por lo que: su cocina blanca purísima y un portaretrato grande estaban SIEMPRE al pegar la vuelta para subir o bajar. Cuando esto sucedía la puerta se cerraba de golpe como si hubieran avisado que el edificio sería tomado por un comando de asesinos. Sin embargo, había tiempo para mirar. Después del portazo, desde la mirilla, el ojo azul de Jenny (cualquier semejanza con el cuento de Poe no es casualidad) relampagueaba vaya a saber qué mensaje.
En fin, Jenny regaba su palmera con dedicación diaria y parecía que vivía en camisón transparente y que le gustaba que sus tetas jugaran a las escondidas con los demás porque cuando uno bajaba o subía, ella se "tapaba" SIEMPRE pero un poco tarde...y se escondía tras la puerta.
No había diferencia con hombres o mujeres. El acto repetitivo se llevaba a cabo SIEMPRE.
Planta + Camisón abierto+ Cierre de bata ya + Cierre de puerta ya + Mirilla 1 + Mirilla 2.
Gracias a las reuniones de consorcio me hice vecina de ella. Quiero decir, no era una amistad profunda pero tampoco era un hola-chau-buenos días-buenas tardes.
Jenny hablaba con un acento inglés muuuy marcado y decía la palabra "realmente" a cada rato. Sí, realmente, la escalera no quedó muy limpia, realmente, el encargado debería realmente hacer algo al respecto porque uno paga realmente las expensas a tiempo, querida.
Esa fue una de sus frases en una de estas reuniones.
Una vez, subí a la terraza a colgar ropa y vi que había secándose media docena de pantuflas blancas y media docena de bombachas grandes intercaladas. Par de pantuflas, bombacha, par de pantuflas, bombacha y así. Y no fue casual. Cada tanto esta puesta en escena se repetía y sólo la veíamos los pocos que íbamos a la terraza.
Otra vez, fui a su casa y ella me hizo saber (yo no le había preguntado nada) que era la de la foto en el portaretrato. Noté que de joven había sido una mujer muy linda realmente y que llevaba puesta una blusa hippie con flores que iba realmente abierta en el escote, en v, para adivinar lo que realmente saben.
Parece que la cosa venía de hace tiempo y que la regada de la planta era una pista para seguir imantando moscas en su planta carnívora.
Serenella

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