lunes, 6 de diciembre de 2010

Una alumna -hongo ejemplar


Por circunstancias laaargas de contar y salvajemente capitalistas, uno de los lugares donde trabajo se quedó en un tris sin alumnos. Se las tomaron alrededor de 37 chicos. Y bien, por circunstancias del funesto destino, el primer año de la escuela secundaria pasó de tener 15 alumnos a 1. Quedó Aimé: la chica diez. Boletín de excelencia. Rubia. Ojos verdes. Rulos. Alta. Flaca. Dinámica. Cartuchera de 2 pisos (sí, siguen existiendo) con fibras de colores inimaginables. Prolija. Curiosa. En fin: la alumna ejemplar pero también la alumna hongo. Una rara especie de estudiante que hasta el día de hoy no se conoce mucho.
Cuando fui a "darle clase" -en su primer día de primer año del secundario- ella se encontraba sola en un salón con sillas sobre los bancos y la capacidad para 30 compañeritos fantasmas. Mi primera sensación fue de pena porque no era la mejor escena para su primer día de clases del secundario; ese momento que genera alegría, miedo, nervios, fastidio, curiosidad, etc, etc. Ella estaba sola como un hongo solo. Como ya la conocía, la introducción a la materia y a nuestra dinámica de trabajo fue más breve y acto seguido salió el tema. Le pregunté, haciendóme la psicóloga trucha, cómo se sentía en una situación tan bizarra. Bueno, dije extraña en lugar de bizarra (no fuera que sus padres me demandaran por angustiarla). Me respondió: Espectacular. No me bancaba a nadie de mis compañeros, que se fueran es lo mejor que me pasó. Además, todos eran muy lentos y ahora vamos a poder leer un montón de novelas. ¿Empezamos?
Ante mi estupor, Aimé abrió su carpeta radiante y después de decirme ah, esperá, puso sobre su banco un repuesto de hojas escolares nuevo, abierto, con 98 hojas listas para usar. Le pregunté qué había leído en las vacaciones y el hongo habló así: una historia de una mujer que es engañada por su marido y tiene problemas. ¿Qué clase de problemas?-inquirí. Aimé respondió mientras se rearmaba su peinado: Está re deprimida, toma pastillas y se vuelve alcohólica. La alumna ejemplar hongo comenzaba a darle más humedad de la necesaria al aula para habitar el espacio más a gusto y crecer y crecer.
Sin saber bien cómo, la hora de clase pasó y sonó el timbre del recreo. Aimé se despidió de mí y en lugar de salir al pasillo -a encontrarse con los otros parias que habían quedado en la institución- abrió una lata de gaseosa, que sacó de una heladerita con dibujos de Bella y Bestia, revolvió en su mochila flúo y peló la novela. Rosa. Grosa. Ideal para las estudiantes hongo.
Serenella

1 comentario:

  1. Jajajaja, Muy loco, si bien recuerdo en la secundaria los dìas de lluvia cuando faltaban muchos los de la clase y las clases se volvìan mas personales mucho mejores... pero no me imagino estar SOLA.. jaja, pobre, debe ser re antisocial...

    Muy bueno el post, te dejo el mìo

    http://nomepersigo.blogspot.com/

    Nos leemos!

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