miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ra=divinidad. Mon=protegido


Hace mucho que tu nombre no entra por mi ventana. Claro, es invierno. No podés salir a rastrillar el triángulo diminuto de tu huerta. Te admiro. Tenés una paciencia de santo del Bajo Imperio. Si yo tengo por mujer eso que cada media hora me grita en la temporada primavera-verano (que es cuando salís a plantar y recoger tu siembra) "ay, Ramón", ya me las hubiera tomado hace rato. Pero vos sos un vecino con aguante. Por algo tu nombre significa "protegido por la divinidad". Y sos el santo de los que todavía no nacieron, como tus zapallos en otoño.
A veces te veo, querido señor Ramón, en la puerta de tu casa, y me dan ganas de saludarte. Pero, ¿cómo te explico que, aunque vos no abras la boca mientras dejás la tierra labrada con tus aparejos, es como si te conociera de otra vida gracias a ella? Si vos sos imagen, Ramón, ella es sonido ¿De qué tendrá miedo, Ramón? ¿de que te vayas volando con los pájaros que picotean en los guisantes?
Ahora hace frío y llueve, y no salís. Me da miedo por vos. Te imagino cambiando el rastrillo por la escoba, envuelto en el hilo melódico de esa sin cara que te aleja de tus calabacines.

Doura(da)

No hay comentarios:

Publicar un comentario