lunes, 29 de noviembre de 2010

El loco


Promediando el sábado, y cuando el sol ya era apenas un vago recuerdo que borroneaba la línea del horizonte, el cielo lanzó un rugido estremecedor. Una torre de agua se abalanzó sobre nosotros con furia, recordándonos cuán inmensa era nuestra pequeñez. Era el desastre. El terror se hizo carne entre la multitud y el bufón miraba al cielo implorando una ayuda divina. Fue entonces cuando se produjo el milagro: como un fantasma venido del más allá emergió la figura del hombre entre las aguas. Aquel que todos conocían, protagonista de tantas hazañas relatadas, enfrentó con coraje al demonio de nuestra frustración. Lo pateó con su alado pie izquierdo, haciendo estallar la maldición en mil pedazos, convertidos ahora en miles de gritos de júbilo. El gladiador corrió un camino interminable con el rostro y los brazos en alto, agradeciendo a los dioses la bendición. Era el elegido, el salvador. El bufón festejaba tirándose de panza contra un charco. Todos lo abrazaban formando un altar a su alrededor y ví cómo su cara emocionada se elevaba en el centro de la pirámide humana y sus lágrimas se mezclaban con la lluvia.

El Muro

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