martes, 8 de marzo de 2011

Punto sin retorno


-Vaya, si tienes un lunar en el dedo índice.
-Sí, me salió hace poco.
-¿Sabes que un lunar en la mano es clarividencia? Y más si es en la izquierda.
-Ah, mirá vos.

Esto me lo decía una noche en una terraza llena de estrellas y calor la madre de mi amiga Ana, siempre llena de vibraciones ultrapositivas que le vienen del macrocosmos. Pero mi lunar, ese que me salió hace un par de años creo que a partir de las tantas desventuras amorosas que me tocó padecer como Santa Eulalia, Santa Bárbara o Santa Quiteria, ese puntito marrón parece que vino fallado de fábrica o no funciona demasiado bien por la humedad del ambiente. Debería avisarme como un GPS si a mi paso me encuentro con un idiota arrogante. O como un astrolabio.

Hay una gran cantidad de gente a la que quiero. Y hay otra con la que intento mediar. Pasar por los días sin necesidad de amistad de por medio. Nada más. Pero al idiota arrogante, a ese sí que no lo tolero.
Y puede ser ella o él. No es una cuestión de género.

Hoy me tocó cruzarme con un idiota arrogante. Eran más o menos las nueve y media de la mañana. Hacía sol con frío. Por eso el pavimento se veía celeste y la vidriera gris del bar de los viejitos amarilla. La fila para pagar los impuestos en el banco daba vuelta la calle. Me miró y supe que era uno de ellos. Ahí el lunar funcionó.
-No le voy a decir feliz día de la mujer porque vosotras después os creéis que sois el ombligo del mundo.
-Perdone. No me interesa esto del día de la mujer. Hace tiempo dejé de sentirme dentro de esa clasificación.
-¿Y entonces qué se siente usted? ¿Hombre, lesbiana, marciano?
-Ninguno de los tres. Por ahora una sensación indefinida, pero ya me aclararé. Hombre seguro que no.
-¡Lo digo yo, si estáis todas locas! ¡Todas! Después nos venís a nosotros con lagrimitas cuando las cosas os salen mal.
-¿Eh?
Chasquido de lengua contra diente. Movimiento pendular de la cabeza. Idiota arrogante contrariado que, de todas formas, se siente victorioso. Sigue murmurando cosas como "por eso estáis solas, nadie os entiende, no sois nada sin nosotros", y otras basuritas sinónimas.

Mi lunar me ordenó mirar la hora,no contestar y volver otro día al banco. Igualmente, mi punto marrón me tiene que avisar antes si el idiota arrogante aparece. Así no tiemblan las manos ni se me ponen rojas las mejillas, así no me quito el heavy metal de las orejas, o elijo una coartada por esas callecitas onduladas donde paran las palomas a picotear entre las piedras vaya saber una qué.

Lelia Doura

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