jueves, 26 de abril de 2012
El Dr. Antonopupolos
Días pasados mi hijo estaba enfermo, algo andaba mal en su garganta. Por esta razón, llamamos a un médico a domicilio. Una hora después llegó un doctor de apellido griego e interminablemente largo, unos 60 años y un polar color mostaza sobre un ambo verde. Fuerte. Una medicina Rojo Shocking.
Mi hijo lo vio y empezó a llorar como un pequeño demonio de Tasmania que ha sido exiliado a Buenos Aires. Entonces, el doctor Antonopopupupoplusisis dijo que iba a remediar el llanto furioso. Al segundo, sacó de su maletín un muñequito que me hizo recordar una serie de los 70, donde los personajes eran marionetas y viajaban al espacio. Esa serie me encantaba.
El método parecía raro -como mínimo- porque la cabeza del retro muñeco era como una pelota de tenis y el cuerpo como de cajita de fósforos. La cara del juguete presentaba un adulto, serio, peinado a la gomina, boca rígida. Poco amigable igual más llanto.
Al apretar un botón en su pequeña espalda, el cabeci-deforme largaba esta frase en un español neutro: "no soy un médico, soy un científico" - "no soy un médico, soy un científico".
¡¡¡¡¡Un científico loco, me dije yo, este Antonopupolos!!!!
Mi hijo no dejó de llorar hasta que yo, no pude evitarlo, me puse a reír.
Antonononopupolus dijo:"las ciencias médicas siempre sirven para algo".
No soy una paciente, soy una blogger.
Flor de realismo
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