martes, 11 de octubre de 2011

Jump in the fire


Ayer estaba leyendo al sol en una de las mesas de fuera del bar de los viejitos. Hacía, y hace, ahora, a las dos de la mañana, bastante calor. Les comento que esto es inusual en la mayor parte de este continente, mejor dicho, es inaudito en esta época del año, cuando las montañas empiezan a enfriarse. Pero yo vivo en un lugar sin reglas, donde el verano viene cuando se le da la gana, y si no, no viene y se manda a mudar a otra geografía.
Bueno, la cosa es que estaba yo leyendo un pasaje de la Crónica de Pedro el Cruel, cuando pasó un coche de esos decorados para novios. Tipo limousine, negro brillante, con un gran lazo rosa en el techo y flores blancas. Horrendo. Pasó como zumbido por la callecita y después solo se escuchó cómo muchos vidriecitos se rompían y alguna lata rodaba. Se había estrellado contra uno de los contenedores de basura.
Una nube de olor a pescado cubrió mi nariz.
Mientras yo recogía mis libros y enfilaba hacia la barra del bar, el conductor se agarraba la cabeza (calva) y aventuraba que los novios no iban a poder salir de la iglesia como Dios mandaba (¿en coche decorado?).
En la barra, tomándose un café muy negro, estaba la fascista. Con sus calzas negras y su coleta llena de rulos pelirrojos.

-A mí es que lo de casarme nunca se me dio bien.

Temí preguntarle el porqué. La imaginé amenazando a su(s) marido(s) con un magiclick rojo, cabreada porque ese día no quería preparar tortilla de patatas.

En el camino que va desde el bar de los viejitos hasta el parking pensé en mi amiga C, que es una romántica y una defensora del amor conyugal. Hace muchos años le contaba en un mail que en Madrid la calle de las putas, la de la Montera (vaya nombre), coincide con el de la calle de las tiendas de vestidos de novias. A ella le había resultado un comentario deprimente. Contame algo más lindo, me pedía en su respuesta. Yo le dije que ya lo había dicho el Arcipreste hace siete siglos: "En la cama muy loca, en la casa muy cuerda", pero C no me creía.

-Si descreés en el amor, el amor nunca va a creer en vos.

Uy, a lo mejor tenías razón...pero es que, C, pasaron tantos miles de años que... Pensaba en esto cuando Gerarda me interceptó en la puerta:

-Cariño, nos hemos quedado sin electricidad. Corte general en la zona. Un contenedor de basura tiro abajo un poste de luz. Algún borracho al volante, seguramente.
-No te preocupes, ahora te presto mi vela de San Antonio.

L-e-l-i-a D-o-u-r-a

2 comentarios: